domingo, 30 de septiembre de 2012

PARA AMAR LOS LIBROS


Copio aquí un artículo que me ha parecido interesante para los padres que quieren ayudar a sus niños a leer y amar la lectura. Sacado del blog VERBALINA verbalina-escribirliteratura.blogspot.com.e


Cinco pasos para amar los libros según Daniel Cassany

FUENTE: http://www.elcomercio.com/sociedad/pasos-claves-amar-libros_0_781721974.html

Daniel Cassany
Las claves para que un niño adquiera el gusto por la lectura son infinitas, pero el académico Daniel Cassany señala que hay tres aspectos imprescindibles. “El niño tiene que tocar el libro, la parte física importa; debe tener a alguien que le facilite el acceso a los textos; y debe comprender que los libros le permiten ser mejor, hacer cosas que otras no le permiten”. Para el escritor e investigador español, leer no es solo ‘oralizar’ en voz alta sino “entender que el mundo en el que vivimos hay flores, sofás... pero también hay libros y esos sirven para lograr cosas importantes”. Recalca que la lectura no empieza en el momento que el niño aprende a leer sino antes, desde que aprende a pasar las páginas de un libro, así sea uno que solo tenga imágenes. Cassany recuerda que es imposible pretender que a un niño le gusten los libros si no conoce cómo pasar bien con ellos. Muchas veces el único contacto con los textos es en la escuela, como obligación. “Cuando hay castigos e imposiciones no se va a crear una actitud positiva hacia la lectura”.

1 Es un error pensar que la lectura es solo cuestión de la escuela. La familia, no solo los padres sino los demás integrantes, deben involucrarse en el aprendizaje del niño. Es imprescindible que ellos ayuden a que el menor adquiera ese gusto por la lectura. No deben esperar a que él o ella tenga edad para leer, sino empezar leyéndoles textos ya sean cuentos o libros . Una buena alternativa es que cada noche, antes de dormir, le lea una historia. La transmisión oral es también una manera de que ellos se interesen por los libros. Puede elegirlos solo con imágenes e inventarse historias para luego pasar a los que ya tienen texto. Modular la voz y pedirle que él cambie el final de la historia son maneras de que ambos se involucren en el ejercicio. Cuando un familiar le dedica tiempo, así sea unos minutos diarios, a que el niño esté en contacto con la lectura, el menor tendrá una probabilidad mucho mayor de que, cuando sea adulto, disfrutará de la lectura. También pueden sentarse juntos a escribir un correo electrónico. Aunque no sepa escribir, entenderá que eso le permite comunicarse con otros.

2 Compartir, conversar y participar. Cuando su hijo ya aprenda a leer y tome un libro, no lo deje solo. Muestre que le interesa lo que está leyendo, pregúntele sobre el texto y así lo ayudará a desarrollar su lectura comprensiva. Desde que es pequeño, ayúdelo a que se genere ese interés por el libro físico, muéstrele las imágenes y que él describa lo que ve, lo que cree que sucede. Esté atento a todo lo que él dice. Usted debe entender que el libro es un instrumento que necesita ser mediado y que el menor de edad requiere de alguien que le enseñe a utilizarlo. Hay varias maneras de despertar y aumentar la atención e interés de ellos frente a los libros. Idee diferentes maneras para que el texto no se quede solo en la oralización sino que haya una retroalimentación. Elija un libro y léaselo durante varias noches seguidas, así se crea un buen hábito y él esperará el momento con ganas.

3 Enséñeles con el ejemplo. Procure que su hijo lo vea leer de manera frecuente y, si es posible, coméntele qué está leyendo, así también puede despertar más interés. Cuando ellos ven a sus padres leer entienden que es una actividad que disfrutan y de alguna manera se motivan más. Si a usted no le gusta leer, al menos intente no transmitirle ese sentimiento de rechazo porque puede que también lo adquiera. Busque una persona cercana, su esposo o esposa, otro hijo, un primo, cualquiera que pueda dedicarle un tiempo a su hijo para compartir la lectura. Es mucho más difícil que un niño se enganche con la práctica de la lectura si en casa nunca ha visto a sus familiares con un libro.

4 Llévelos a la biblioteca. Si en su casa no tiene demasiados libros o no tiene la posibilidad de comprarle varios textos para que los tenga en su cuarto, las bibliotecas son la mejor opción. Hay públicas y privadas y por lo general sí tienen la sección de niños. En las bibliotecas hay actividades para los niños como teatro infantil, clases de música, de pintura, de cerámica, otras actividades culturales que también se combinan con la lectura. En la biblioteca el niño puede compartir más con sus padres, es una interacción más rica porque está rodeado de textos y puede comprender la importancia que tiene el acceso a los libros. Procure que esta visita se vuelva un buen hábito . Como parte de la lectura también se puede escribir pequeños textos sobre lo que recién ha leído.

5 No le tema a la tecnología. La computadora y la televisión son muy valiosos por toda la información que proporcionan. Véalos como herramientas que ellos pueden manejar y aprovechar. Debe tener en cuenta los horarios para el uso de la computadora y para ver televisión. Considere que hay programas de televisión educativos, priorice esos. Antes de ver un programa conversen sobre lo que van a ver y aprender. Cuando se acabe pueden conversar sobre lo visto. Los diálogos y la retroalimentación también son parte de despertar ese interés por conocer nuevas cosas. Hay que ver críticamente la televisión, entender que transmite diferentes discursos. Tampoco les prohíba los programas de entretenimiento pero procure que los vea menos. Cuando tenga algún deber puede ayudarlo a consultar en Internet y en una enciclopedia que tenga en casa. Comparen los resultados de los textos juntos. 

Daniel Cassany: Es profesor e investigador de análisis del discurso en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. Ha escrito libros sobre comunicación escrita y didáctica de la lengua. Colabora con distintos programas de promoción de la lectura. Estuvo en Quito invitado por la Universidad Andina.

jueves, 20 de septiembre de 2012

EL HOMBRE QUE CONVIRTIÓ SU CASA EN UNA BIBLIOTECA



A la vuelta del verano, además de desearos a todos un feliz principio de curso, no me he podido resistir a copiar esta entrada de un blog que se llama DesEquiLIBROS. Aquí está el enlace por si queréis curiosear en el blog.


Si sacas todos tus libros a la puerta de casa podrías esperar que desaparecieran en un momento. Pero un hombre de un barrio humilde de Manila lo intentó… y descubrió que su colección aumentaba.

Puso los libros, apenas 100, en la puerta de su casa para ver si alguien quería pedir prestado alguno. Lo hicieron. Y a la hora de devolverlos, traían otros nuevos para añadir a la colección. Así nació la biblioteca.

Hernando Guanlao es un hombre decidido de 60 años con una pasión: los libros.
Conocido por el apodo de Nanie, ha creado una biblioteca informal e improvisada, en la puerta de su casa en el centro de Manila, con el propósito de contagiar a sus vecinos y compartir su pasión por la lectura.

Pincha para verla en grande
La idea es sencilla: los lectores pueden llevarse tantos libros como quieran, durante el tiempo que quieran. Incluso de forma permanente. Como dice Guanlao: "la única regla es que no hay reglas".

Puede pensarse que la aventura terminaría en que todos sus libros acabarían por desaparecer.

Pero, al contrario, en los 12 años que lleva en marcha su biblioteca -o como él la llama, su club del libro- su colección ha crecido en lugar de disminuir, a medida que recibía más y más donaciones.
"Me parece que los libros me hablan; eso es porque cada vez hay más" dice con una sonrisa. "Los libros me dicen que quieren ser leídos; quieren circular de mano en mano".
Guanlao comenzó su biblioteca en el año 2000, poco después de la muerte de sus padres. Quería honrar su memoria y se le ocurrió que la mejor forma de hacerlo era promover el hábito de lectura que él había heredado.
"Ví mis viejos libros de texto y decidí compartirlos públicamente".
Así que puso los libros, apenas 100, en la puerta de su casa para ver si alguien quería pedir prestado alguno. Lo hicieron. Y a la hora de devolverlos, traían otros nuevos para añadir a la colección. Así nació la biblioteca.

A día de hoy Guenlao no sabe con certeza cuántos libros tiene, pero fácilmente pueden llegar a 2000 ó 3000, apilados en estantes y cajas frente a su casa; el coche hace tiempo que fue desplazado fuera del garaje y los libros invaden hasta la escalera interior.

Pincha para verla en grande

La biblioteca no hace publicidad pero, de alguna forma, cada día se produce un flujo constante de personas que llegan hasta ella.

El día que visitamos la biblioteca, algunos comerciantes se acercaron durante la hora del almuerzo; un hombre de la localidad se llevó prestado un pesado volumen de la historia del Evangelio según San Juan; y algunos escolares se llevaron varios libros de texto, aunque también me di cuenta de que se llevaban alguna revista de moda.

La biblioteca está abierta 24 horas los 7 días de la semana. La única protección con la que cuenta son unas fundas de plástico, no por seguridad, sino para aislar los libros de la lluvia.
No cuenta con registros ni inventarios ni procedimientos de entrega y devolución: eso solo retrasa la interacción libro-lector. Solo se da cuenta de que un libro falta por los huecos en las estanterías.

Pero son las personas como Celine las que ayudan a mantener la biblioteca. Vive en al misma calle que Guenlao, y llegó con dos grandes bolsas de libros, algunos para devolver y otros con la intención de donarlos. Asegura que le encanta el proyecto de la biblioteca porque los filipinos, especialmente los que no son ricos, tienen un acceso muy limitado a los libros.
"No he estado en ninguna biblioteca pública excepto en la Biblioteca Nacional de Manila, pero está tan lejos que no es posible pedir libros prestados".

El precio medio de un libro en Filipinas puede ser de unos 300 pesos (unos 6 euros); los importados, especialmente los libros para niños, pueden llegar a doblar esa cantidad.

"Teniendo en cuenta el nivel de renta de la población, los padres tienen otras prioridades".
Pincha para verla en grande
Para ayudar a las comunidades más pobres de Manila, Nanie Guanlao no espera a que le encuentren; él mismo las visita con su bicicleta-libro, con una enorme cesta repleta de libros.

Pero también se preocupa por la gente de fuera de Manila. Ha donado varias cajas de libros a un hombre que trata de poner en marcha un proyecto similar al suyo en la provincia de Bicol, a unas diez horas de coche de Manila. Y su próximo proyecto es ayudar a una amiga a  poner en marcha una biblioteca en el extremo sur del país: quiere poner en marcha un barco-libro que recorra las islas de Sulu y Basilan, una zona conocida como refugio de rebeldes separatistas, lo que impide cualquier acceso a la literatura.

Guanlao se esfuerza por popularizar el concepto de que hay poder en los libros y en la lectura. Por eso ha desarrollado un programa de capacitación y orientación en las comunidades interesadas y está en trámites de crear una organización sin animo de lucro para asegurar la continuidad del proyecto.

 Nanie Guanlao
Nos sentamos bajo el sol del mediodía en la puerta de casa de Nanie Guanlao, y mientras observamos cómo la gente ojea su colección, me cuenta por qué cree que vale la pena invertir todo su tiempo a mantener la biblioteca, hasta el límite de renunciar a su trabajo y vivir únicamente de sus ahorros:
"No se les hace justicia a estos libros abandonándolos en un armario o en una caja"
"Un libro debe ser utilizado y reutilizado. Tiene vida propia, tiene un mensaje"
"Como cuidador de libros te conviertes en un hombre completo"